Catacumbas de los capuchinos

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Los monjes capuchinos se establecieron en Palermo, en la Iglesia de Santa Maria de la Paz en el 1534. Crearon un cementerio en el que sepultaban a sus propios cofrades en una especie de cisterna debajo del altar de Sant’Anna. En dicha fosa desde lo alto ubicaban a los difuntos envueltos en sábanas.

En el 1587 aprovechando la existencia de antiguas grutas que se ubicaban detrás del altar, los monjes comienzan las excavaciones de lo que dos años después serían las catacumbas. Palabra utilizada para definir a un cementerio subterráneo.

 

En el proceso de traspaso de los cuerpos hacia la nueva sepultura los monjes descubren que cuarenta y cinco de ellos aún permanecían intactos, producto de una momificación natural.

Es así, que desde el 1600 hasta el 1800, tantos personajes ilustres y parte de la nobleza Siciliana del momento deciden, a cambio de generosas donaciones, confiar los cuerpos de sus difuntos  a los monjes que con el tiempo habían perfeccionado sus técnicas de momificación.

Al deseo de preservar el cuerpo a cualquier costo se sumaba la posibilidad que los familiares tenían de visitar a sus propios muertos en un modo diferente, como si estos aun pertenecieran al mundo de lo vivos.

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